
La Oposición a la guerra del Chaco (1928-1935),
Newen Mapu, Buenos Aires, 2020, 466 páginas.
Este libro es el resultado de muchos años de investigación, dedicada al estudio de un tema olvidado: la oposición popular a la guerra librada por Bolivia y Paraguay entre 1932 y 1935, por la posesión del Chaco boreal, el conflicto bélico más importante y sangriento desarrollado en Sudamérica durante el siglo XX. Los opositores a la conflagración comenzaron a delinear sus argumentos discursivos y acciones prácticas a partir del incidente de Fortín Vanguardia, en diciembre de 1928, cuando se inició la cuenta regresiva que escalará en grandes operaciones militares a partir de los enfrentamientos de junio de 1932, en laguna Pitiantuta/Chuquisaca. El arco temporal que recorre la obra se inicia entonces en diciembre de 1928 y culmina con el armisticio de junio de 1935, que pone fin a las hostilidades. El libro cuenta con un prólogo, escrito por el Dr. Gustavo Carlos Guevara. En la primera parte se describe el contexto social, económico y político de ambos países beligerantes, las características del área en disputa, los prolegómenos del conflicto y los principales hechos militares. En la segunda, se intenta reconstruir la experiencia de los diversos actores oposicionistas en Bolivia, Paraguay y Argentina: los posicionamientos y las acciones prácticas de las organizaciones sindicales, los anarquistas, los comunistas, la incipiente oposición de izquierda, los intelectuales críticos y los escritores pacifistas y de izquierda, así como las consecuencias del accionar oposicionista en el frente y en la retaguardia de ambos países beligerantes. No resultó sencillo recuperar las huellas de la resistencia a la guerra del Chaco, pero las historias de sus protagonistas merecen ser rescatadas del olvido y la condescendencia de la posterioridad.

La Revolución Boliviana y la prensa deBuenos Aires (1952-1964), Newen Mapu, Buenos Aires, 2019, 192 páginas.
La Revolución de 1952, iniciada con el triunfo de la insurrección de abril, en las calles de La Paz y Oruro, constituye un punto de inflexión en la historia contemporánea de Bolivia. El Estado y la sociedad surgidos de aquellas históricas jornadas, conservó su vigencia hasta mediados de la década del ochenta del siglo pasado. Pese a su trascendencia en la historia de América Latina, la Revolución Boliviana no ha sido suficientemente estudiada en sus vinculaciones con otros procesos políticos latinoamericanos contemporáneos. A más de sesenta y cinco años del estallido revolucionario, su recuerdo aflora de tanto en tanto entre las grietas de la memoria colectiva. La labor de recopilación documental realizado por el colectivo de trabajo responsable de este libro, sobre la recepción de la Revolución Boliviana en la prensa escrita de Buenos Aires, constituye, una forma particular de recuperación de la memoria: intentamos hacernos de nuevos insumos y disponibilizarlos, como forma de evocar y recordar los eventos revolucionarios, frente a los olvidos y silencios que a lo largo de las décadas transcurridas les tocó atravesar. La relevancia de este ejercicio es historiográfica y teórica, pero es también, política: solo interpelando las grandes gestas del pasado podemos seguir pensando los caminos para enfrentar un presente complejo y desafiante.

Anarquismos en confluencia. Chile y Bolivia durante la primera mitad del siglo XX surge como una compilación de artículos en donde se relata esa rica y en algún punto desconocida historia de los movimientos anarquistas de la región andina. El libro indaga acerca de sus momentos, de sus protagonistas, de sus particularidades. Habla de rebeldía, de organización y de lucha. Recuerda sus conquistas y también sus derrotas. Pero a la vez, intenta, como esos anarquistas, burlar las fronteras del Estado-nación y pensar con categorías analíticas más amplias. Así, es posible advertir los vínculos establecidos entre ambos movimientos en torno al “Norte Grande”, emplazado sobre el espacio andino en donde se unen las fronteras de Chile, Bolivia y Argentina. Allí, durante décadas, confluyeron sujetos y colectivos, migrantes o de paso, de ida o de vuelta, y a través de las redes de circulación y intercambio, basadas en el internacionalismo proletario, la solidaridad de clase y la ayuda mutua, potenciaron un vasto movimiento libertario regional. Capaz de cuestionar las rivalidades heredadas de la guerra fratricida que había asolado a la región y de divisar al verdadero enemigo impugnando el injusto orden establecido.

Sobre las Revoluciones Latinoamericanas del siglo XX (segunda edición revisada y aumentada),
Newen Mapu, Buenos Aires, 2017, 320 páginas. (Coordinador).
¿Qué debemos entender por Revolución? No existe una respuesta unívoca. Si nos remontamos a la historia del concepto, en la segunda mitad del siglo XVI comienza a difundirse la acepción proveniente del campo de la Astronomía, a partir de la obra de Nicolás Copérnico, De revolutionibus orbium coelestium (1543). Revolución indica el giro completo de un cuerpo celeste alrededor de un centro. Es decir, designa a un movimiento regular gobernado por leyes ajenas a la voluntad del hombre, por lo tanto, irresistibles, describiendo una órbita en la cual siempre se vuelve al punto de partida. Con esta connotación fue introducida por Tomas Hobbes al lenguaje político, al describir la terminación de la gran revolución inglesa de 1640-1660. En la noche del 14 de julio de 1789 en Paris, se fecha el inicio de la mutación semántica del concepto. El rey Luis XVI pregunta si la toma de la Bastilla se trataba de una revuelta, para recibir como respuesta del conde de La Rochefoucauld-Liancourt: “No, Señor, esto es una revolución”. La idea que es posible el fin del orden antiguo y que el curso de la historia comience súbitamente otra vez se torna dominante, aunque el propio Marx no dejara de advertir la inconveniencia de una separación mecánica y rígida entre pasado y futuro, entre realidad e idealidad, entre historia y provenir; pronunciándose por el carácter transformador de la práctica revolucionaria, en tanto praxis humana.